La publicidad y el lenguaje audiovisual
La publicidad, que es eso que te cortan a medio para ponerte una película, no deja de sorprenderme. No voy a hablar ni del machismo de cierto desodorante, las polémicas sobre pedofília de alguna franquicia de ropa ni siquiera de esa bebida hiper baja en calorías que nos deja a todas las mujeres como unas vívoras obsesionadas por nuestro físico. Quiero hablar de la cantidad de impactos que nos sueltan en los spots. Es que no te das ni cuenta. Hoy hemos analizado un anuncio de 20 segundos que llevaba nada menos que 7 mensajes claros y otros tantos que unos pillan y otros no. En sólo 20 segundos. Claro que tienes que analizarlo casi fotograma a fotograma para desentrañar todos los mensajes, pero todos sabemos que el subconsciente asimila que da gusto. Es realmente impresionante la capacidad de captación de mensajes audiovisuales. Por ejemplo, ahora la información meteorológica va fraccionada en mínimo 3 niveles visuales y/o perceptivos: el presentador con el mapa en el centro de la imagen, las temperaturas en cifras en la parte baja de la pantalla y las marejadas, marejadillas y otros estados de lo que viene siendo el mar, en la parte superior y nadie se pierde. Este ejemplo viene a ilustrar la capacidad que tenemos de absorver información de la caja tonta. En relación con esto, lo que me ha dejado hoy con los ojillos como platos ha sido un estudio que la Universidad de Valencia ha desarrollado con niños pre-adolescentes. Resulta que los jovenzuelos son capaces de editar imágenes para hacer un spot publicitario sin cometer ningún fallo de raccord, por supuesto sin ningún conocimiento previo sobre la teoría del montaje. Ya lo saben, han asimilado el lenguaje audiovisual a la perfección, un lenguaje cada vez más complejo y que aún así no presenta ningún problema de comprensión, especialmente para los más pequeños. La pena es que ninguno de esos jóvenes era capaz de desarrollar un texto escrito. Así que ya sabéis, en unos años habrá cientos de directores, directores de fotografía y de arte cojonudos. Yo que vosotros, jóvenes, me daba a la plumilla porque en breve se nos habrá olvidado aquello de sujeto + verbo + predicado.
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