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Anónimos ilustres

Sentido homenaje a Jhonny

Sentido homenaje a Jhonny

Dicen que siempre recuerdas tu primer coche. En mi caso, siempre lo recordaré no sólo por ser el primero sino porque mi Jhonny era especial (lo podéis ver en la foto que hay al lado, síiii es él). Lo adquirí en una compraventa nada más sacarme el cané de conducir. Yo era su "tercera mano" reconocida, pero estoy segura de que en los 15 años que tenía, alguna más habría pasado. Nada más llegar Jhonny a casa, decidí sacarlo de paseo. Llamé a María (compañera de fatigas autoescueriles) y nos dimos una vuelta por la ciudad con tan mala suerte de que esa tarde llovía. Y digo mala suerte porque Jhonny tenía un techo solar que con el paso del tiempo se había despegado y hacía función de gotera. Por este motivo, María y yo comenzamos a mojarnos dentro del coche. Tras gastar varios paquetes de pañuelos, decidimos hacer lo más razonable, abrimos el paraguas y allí estábamos las dos, circulando por la ciudad con el paraguas abierto en el único coche donde te mojabas cuando llovía, todo presenciado por el asombro de peatones y conductores. Para más inri, con eso de dar las clases de la autoescuela de día, se me olvidó darle a las luces. Allí íbamos con el coche oscuro en la noche cerrada de lluvia. Siempre me quedará la sensación de haber conducido el coche fantasma. El segundo día no fue mucho mejor. Decidí arreglar el techo solar por si las lluvias y me traicionaron los caminos rurales. En una tonta maniobra mi Jhonny quedó encajado en una acequia. La situación era la siguiente: dos ruedas sobre la carretera, dos ruedas suspendidas sobre la acequia y yo dentro del coche balanceándome entre el asfalto y el abismo. No sé si seguí bien el protocolo pero apagué la radio, eché el freno de mano y llamé a la grúa, por este orden. Los de la compañía me mandaron una grúa de arrastre por lo que era imposible sacar a Jhonny de allí. Al final la estampa resultó curiosa: entre el operario, mi hermano y un pastor, que pasaba por allí, calzaron las ruedas con piedras y levantaron el coche mientras el perro ovejero le chupaba la oreja al de la compañía de seguros. Jhonny no se hizo nada pero yo quería abandonar. Suerte que los del taller me hicieron una terapia psicológica de grupo y no arrojé la toalla. Luego llegó un nuevo reto para Jhonny y para mí. Salió trabajo en un municipio murciano llamado Las Torres de Cotillas, al que únicamente hay narices de llegar por autovía. El primer viaje lo hice con la inestimable compañía de Ana que se lo pasó de lo lindo contemplando cómo nos adelantaban las hormigoneras y los camiones esos que van cargados de cerdicos. El siguiente reto fue subir la cuesta del parking. En esta hazaña también iba acompañada, en esta ocasión por MariCarmen, quien también se lo pasó un rato bien durante este trance. Quiero agradecer a las dos la tarea de hacer menos traumáticas ambas experiencias. Tampoco quiero olvidarme de la inestimable ayuda de Piedad cuando se me quedó encajada una rueda entre la acera y un resalto y no podía salir. Recuerdo su: "gira todo el volante para allá" a lo que yo pregunté: "Piedad, para allá, para dónde" y ella acertó a contestarme: "y yo qué se, si yo no sé conducir". Jhonny era de muy fácil conducción y tan chiquitín que lo aparcabas en cualquier sitio. Pero tenía un gran inconveniente y éste era que no tenía aire acondicionado. Lo aparcaba a eso de las 9 de la mañana y cuando al salir de trabajar, íbamos Mari y yo a recogerlo a las 2.30 de la tarde aquello era una sauna con ruedas. Conforme entró el verano, la cosa comenzó a empeorar. Siempre seguíamos los mismos pasos: abríamos las puertas, conteníamos la respiración, nos sentábamos y nos quemábamos el culo y Mari comenzaba a gritar "baja las persianas, por diossss, baja las persianas" y por último, nos descojonábamos de risa. Llegábamos las dos a casa sudando como pollos. Pero el peor día, sin duda, fue cuando al ir a recogerlo, Jhonny no estaba. La culpa la tuvo un vado de reciente adjudicación y la costumbre de aparcar en el mismo sitio durante muchos meses. El viaje a recogerlo al depósito en la parte de atrás del coche policial como dos reas cualesquiera tampoco tuvo desperdicio. Con el paso del tiempo llegué a la conclusión de que Jhonny era más especial que cualquier otro coche; siempre se paraba en dos puntos concretos de la ciudad: en la puerta de la universidad y en la puerta del hospital. A partir de ahí empezaron a surgir las elucubraciones de que el coche estaba poseído y de que su antiguo dueño era un universitario que murió camino al hospital. Siguió alimentándose el mito aquel día que encendí la radio y en lugar de escuchar música oía el motor y los cambios de marcha por los altavoces. Se ve que a Jhonny tampoco le gustaba la música comercial y prefería cantar él mismo. La cosa se comenzó a poner realmente seria y ya hablábamos del pobre Jhonny como el coche satánico, sobre todo tras pararse en el acceso a la autovía por Ronda Sur justo cuando el cuenta kilómetros marcaba 666. Menuda cola que hicimos ese día. Ya no sabía si llevarlo al mecánico o a un exorcista. Y así continuó la cosa hasta que me fui a vivir a Ciudad Real y tuve que cambiarlo por Howard, un coche con menos personalidad pero algo más idóneo para hacerse 1.000 kilómetros a la semana. Han sido muchas, muchísimas las anécdotas vividas con Jhonny, un coche al que todo el que conozco le tiene cariño. Desde aquí el más sentido homenaje a ese 205 que dejó de ser un automóvil y pasó a ser uno más.

Apartado de agradecimientos

Dice el refrán que es de buen nacido el ser agradecido. Yo no creo mucho en los refranes, que hay cada uno por ahí que tela, pero sí que me gustaría manifestar mi gratitud hacia aquellas personas que han tenido en cuenta la existencia de este blog. Quiero agradecer a toda la gente que, haciendo gala de su santa paciencia, se ha leído los rollozos que suelto aquí. Especialmente a los que, además de haberlo leído, me habéis dicho que os gusta, que está gracioso o que al menos que está... qué majos sois, cuando me haga monja os rezaré un padrenuestro. Ya en serio, quiero agradecer las opiniones y el tiempo dedicado a este humilde ser que escribe. Me han confirmado desde la misma ciudad del sol que los comentarios no se quedan escritos, pero aún así, gracias a todos por la intención de ponerlos. He de decir que, pese a la adversidad, me han llegado unas cuantas apreciaciones por otros medios que no son propiamente los del blog y me gustaría destacarlos: quiero agradecer a Erica su parecer respecto al pequeño homenaje, creo que me hizo ella más homenaje con la respuesta que yo con lo que es el propio homenaje en sí. Estoy por hacerte uno todos los días. Gracias a Ana L. por leerlo y por su crítica de fondo y forma y desde aquí le animo a que se haga un blog o a que publique su diario aunque sea con iniciales a los Antonio Salas. Gracias a Mariate por pelearse con esto para intentar dejar un comentario y sobre todo gracias por estar pendiente de mí aun cuando sé que no puede estarlo. Gracias a Ana S. por leérselo todo con detalle (qué valor) y por comprender mi concepto de belleza sin apenas darle explicaciones. También le agradezco, a título personal, su labor de introducir a la tercera edad en las nuevas tecnologías. A los que os habéis aburrido a medio leerlo, gracias también por el esfuerzo de intentarlo. En fin, que aparte de lo que son las lecturas, hay mucho que agradecer pero es que me pongo muy “tonti” con estas cosas, así que lo vamos a dejar para otro día. En resumen: zenkiu, megsí, danques y... ¿cómo se decía en japonés?

Pequeño homenaje a Erica

Pequeño homenaje a Erica

Antes de nada he de decir que todos mis amigos y compañeros de fatigas se merecen un homenaje. La exaltación de hoy va destinada a Erica, entre otras cosas porque se lo he prometido, pero es extensible a todas aquellas personas que han hecho o hacen en la actualidad que el día a día en la rutinaria tarea de formarme sea mucho más agradable. Poco a poco iré incluyendo más pequeños homenajes conforme me vayan cayendo broncas del tipo: "por qué no me pones a mí". Pero vamos al que nos ocupa. Erica no es la chica de la foto, pero bien podría serlo porque se pasa los días y las noches jugando al tenis. Es licenciada en comunicación audiovisual y mundialmente conocida por hacer un corto con plastilina y por no subir a recoger un premio en el instituto porque le daba vergüenza. Erica ha adquirido un piso donde no caben tres personas y en el que tiene que irse al baño para ver la televisión, pero no le importa porque se despierta cada mañana con el dulce sonido en do menor del organillo que toca el gitano con la cabra. Además, gracias a la adquisición conoce en profundidad todo el menaje que venden en Ikea. Erica tiene mucha energia, tanto que si trabaja al lado de alguien que no actúe con rapidez, dice con ojos tristes: "siento que estoy envejeciendo". Erica es la única persona capaz de mantener una conversación con su estómago y hacerle callar cuando ella está cantando porque sino, pierde la melodía. Para Erica la pantalla del ordenador no está baja y hay que subirla para ver mejor, para ella el ordenador está triste. Aunque realmente, no quiere "persistir" con el ordenador. Erica es de las pocas personas que se atreve a decirme que me medique y que a menudo me pregunta si escucho voces y cosas por el estilo, aunque me secunde en extrañas ideas como la de hacer una fiesta en una moto amarilla. Erica es un crack, admirable por su forma de trabajar y por su finísima y dramática ironía. Espero que tengas mucha suerte. Gracias por los raticos en el curso.